AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Alberto Cervera Romero
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AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

Buenas noches:
Como quiera que últimamente estoy viendo bastante apagado el foro, y que hace poco han caído en mis manos ejemplares antiguos de "The Numismatic Chronicle", he decidido empezar a traducir un artículo escrito por uno de los grandes de la numismática en 1.911.
Los derechos de propiedad entiendo que ya han prescrito, pero lo que a mi juicio no ha prescrito es el interés y la frescura de este artículo...
Podría hacerlo como otras veces he hecho, traducirlo por completo, ilustrarlo y finalmente distribuirlo pero la atonía del foro me ha decidido a hacerlo "en fascículos" con la periodicidad que buenamente pueda permitirme.
Finalmente, si Dios quiere, lo ilustraré y previa autorización del Senado lo colgaré (mejor dicho, dada mi pericia cibernética, se lo mandaré a uno de los administradores para que él lo cuelgue...).
:idea: :idea: :idea: :idea:
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Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS, MARCO ANTONIO, LÉPIDO Y OCTAVIANO, ILUSTRATIVAS DE SU ÉPOCA.
En seleccionar este período en particular de las amonedaciones de Roma como tema de este artículo, he sido inducido a hacer tal cosa porque en ninguna otra serie de monedas se observa el desarrollo y extensión del Imperio Romano Temprano tan completa y vívidamente ilustrados. Las monedas, principalmente de oro y plata, los áureos y denarios, son en sus motivos conmemorativos de muchos de los principales sucesos de aquellos emocionantes tiempos, y forman una gran serie de crónicas contemporáneas. De hecho, hacen las funciones de las medallas de tiempos más recientes. Tomaré las monedas en su orden cronológico, prologando cada acuñación por unos pocos apuntes históricos, evitando los detalles todo lo posible.
Fue en los Idus o el 15 de Marzo del 44 antes de Cristo, cuando Roma presenció una de las mayores tragedias en su historia. César, el Conquistador, el Dictador, fue asesinado por aquellos a los que había creído sus más cercanos y leales amigos. Hasta pocos meses antes de su muerte César había pasado gran parte de su vida en los campos de batalla. No había parte del Imperio que no hubiese sido testigo de su gran genio militar, y solo recientemente gracias a sus victorias en Hispania, Grecia y África había quebrantado y humillado a los pompeyanos. Ahora era capaz de dirigir su atención a la regulación interna del estado. Los males que deseaba remediar eran de raíces muy antiguas, y su vinculación activa en todos los asuntos políticos desde su temprana juventud le había familiarizado con cada punto débil y con todas las soluciones propuestas. Apenas había comenzado con su tarea cuando cayó bajo las dagas de los asesinos. No es necesario describir la consternación que prevaleció en la capital. En medio de todo el tumulto y la confusión hubo un hombre que mantuvo una calma relativa. Este fue Marco Antonio, el colega de César en el consulado durante ese año. Él tenía una papeleta difícil. ¿Iba a ponerse de parte de los conspiradores, o iba a jugar a un juego más sutil y obtener para sí la posición que su colega había ocupado? Esa última política prevaleció, y su primer acto fue llegar a un acuerdo con el Senado. Habiendo obtenido de Calpurnia, la mujer de César, los papeles de su marido, Marco Antonio indujo al Senado a reconocer los actos del Dictador y a aceptar un cierto número de leyes que alegó que estaban entre los papeles de César, los cuales ostentaban su firma. La voluntad del Dictador fue hecha pública inmediatamente, y mediante su oración sobre el cadáver de César, Marco Antonio exacerbó de tal modo los sentimientos del populacho contra los asesinos que estos se vieron forzados a retirarse de la ciudad. Marco Antonio era ahora el hombre más prominente de la República, y parecía muy cerca de obtener la posición que César había ocupado.
De esta circunstancia poseemos algunas pruebas numismáticas en un denario, el cual debió ser acuñado en grandes cantidades, puesto que incluso en la época presente no es de ninguna rareza especial. Nos muestra en el anverso la cabeza velada de Marco Antonio como Augur con los símbolos de su oficio, el lituus y el jarro de una sola asa (el capis), y en el reverso un caballero (desultor) con dos caballos. Esta moneda fue hecha acuñar por el monedero o triunvir de la ceca, P. Sepullius Macer, el cual solo unas semanas antes había acuñado otra pieza con el mismo tipo de reverso, pero mostrando en el anverso el retrato de Julio César. Este tipo fue concebido para conmemorar los numerosos espectáculos con los que el último había entretenido al pueblo recientemente. Fue un poco antes ese mismo año cuando el Senado ordenó que el retrato de César fuese puesto en las monedas: de este modo conocemos la fecha precisa y también el mes de la emisión de esta moneda de Marco Antonio. Más tarde hablaré sobre el tema de los retratos sobre las amonedaciones romanas.
Un nuevo e inesperado actor apareció ahora en escena en la persona del joven Octavio, el hijo adoptivo y sobrino-nieto del Dictador. Él estaba en Illiricum, en cuya provincia César le había enviado para combinar el estudio de las artes y las armas, cuando escuchó sobre el asesinato de su tío-abuelo. Al principio Octavio dudó sobre qué rumbo debía tomar, pero espoleado por su amigo Agrippa, se dirigió a Italia, y a su llegada se enteró de su adopción en la gens Julia, y de que se había convertido en el heredero de César. En Brundisium fue saludado por sus soldados como César, y armado con copias del testamento de su tío y de los decretos del Senado, asumió con orgullo la designación de Caius Julius Caesar Octavianus. A comienzos de mayo, Octaviano, como le llamaremos ahora, llegó a Roma y tan solo demandó las propiedades privadas que César le había dejado, pero al mismo tiempo declaró que estaba decidido a vengar el asesinato de su benefactor. Marco Antonio, que tenía en su posesión el dinero y los papeles de César, rehusó entregárselos, pero Octaviano, habiendo declarado de la forma usual delante del pretor que aceptaba la herencia, y habiendo prometido dar al pueblo una porción de las propiedades de su tío, las cuales les habían sido legadas mediante testamento, finalmente venció, y de ese modo ganó no solamente el favor del pueblo sino también la buena voluntad del Senado. Una brecha abierta entre Marco Antonio y Octaviano era ahora inevitable, y cada uno dio pasos para establecer su posición recurriendo a la fuerza militar. Marco Antonio fue a Brundisium para tomar el mando de las legiones que habían llegado de Grecia, y Octaviano comenzó a reclutar un ejército en Campania.
El choque iba, de todos modos, no a tener lugar en las inmediaciones de Roma, sino en Mutina en la Galia Cisalpina, cuya provincia había sido otorgada por César en el año anterior a Decimo Bruto, pero que Marco Antonio había persuadido al Senado para que se la encomendasen a él. Hallando que su popularidad entre el Senado se encontraba en declive, Marco Antonio a finales de Noviembre se dirigió a la Galia Cisalpina y puso sitio a Mutina, donde se había refugiado Décimo Bruto. En Roma Marco Antonio fue declarado enemigo público, y habiendo decidido el Senado apoyar la causa de Brutus, la conducción de la guerra fue encomendada al joven Octaviano y a los Cónsules Hirtius y Pansa. Esto sucedía a principios del año 43 a.C. varias batallas fueron disputadas con diverso éxito, hasta que al final en el enfrentamiento del 27 de abril, conocido como la batalla de Mutina, Marco Antonio fue completamente derrotado. Su posición era ahora alarmante y casi desesperada, puesto que Lépido, quien era gobernador de la Galia Narbonensis, no había declarado que partido iba a apoyar. Marco Antonio, de todos modos, jugó el papel de adulador con éxito, y los dos generales se encontraron con todas sus fuerzas cerca del Foro Julia, el 27 de mayo del año 43 a.C. ahora eran capaces no solamente de defender sus posiciones, sino de proseguir la guerra con mayor vigor que nunca si era necesario.
Esta unión de Marco Antonio y Lépido es conmemorada por algunas interesantes monedas acuñadas por estos en la recién fundada ciudad de Lugdunum, donde establecieron su campamento principal. Consisten en denarios y quinarios. Tienen en el anverso el nombre de Marco Antonio, acompañado por los atributos del augurado y un cuervo; y sobre el reverso el nombre de Lépido y los emblemas del pontificado, del cual Lépido había sido nombrado jefe, Pontifex Maximus, a la muerte de César. La presencia del cuervo no ha sido satisfactoriamente explicada, pero ya que es acompañado del lituus debe referirse a los augurios. El hecho de que el pájaro es colocado a la derecha muestra que el presagio era favorable. No hay duda en asignar estas monedas a Lugdunum desde el momento en que existen piezas similares que ostentan el nombre de dicha ciudad, mientras que otras muestran también el nombre de Marco Antonio.
Mientras que esto estaba sucediendo en la Galia, Octaviano estaba diseñando su curso futuro de acción en Italia. Habiendo caído ambos cónsules Hirtio y Pansa en Mutina, Octaviano se propuso obtener el consulado para sí mismo, y con ese propósito acampó con su ejército frente a la capital, donde había encontrado algo de oposición en Cicerón. Nada intimidado llegó a Roma a la cabeza de sus legiones, y no teniendo el Senado tropas con las que oponérsele no podía ofrecer resistencia, y el 19 de agosto del año 43 a.C., Octaviano junto con su primo Q. Pedius entraron en el consulado. El obsequioso Senado procedió ahora a derramar honores sobre ambos. La Lex Curiata sobre su adopción bajo el testamento de César fue aprobada al momento, y desde ese momento pasó a ser de derecho además de por cortesía un César. Él tenía que tener dinero para pagar las recompensas prometidas, para disfrutar de un imperium con un ejército superior al de los cónsules, para hacer lo que fuese necesario para la protección de la ciudad, y para hacerse cargo del ejército finalmente asignado a Décimo Bruto. Su colega Pedius al mismo tiempo propuso una ley mediante la cual los asesinos de César fuesen castigados con aquae et ignis interdictio, o lo que es lo mismo, fueron puestos fuera de la ley.
Estos hechos acabados de relatar no sucedieron sin algún tipo de registro numismático. Velleius Paterculus nos cuenta que entre los honores otorgados a Octaviano a su retorno del sitio de Mutina estuvo la erección de una estatua ecuestre suya que fue colocada sobre los rostra en el Foro. Esta estatua es mostrada en una moneda de oro que ostenta en su anverso el retrato de Octaviano, y en el reverso una figura ecuestre de Octaviano sujetando un lituus en su mano derecha; debajo está representado un rostrum o espolón acompañado por las letras S.C. (Senatus Consulto). Esta inscripción al momento la identifica como habiendo sido erigida por orden del Senado. Hasta hace poco esta moneda, debido a la presencia del rostrum, se supuso relacionada con la batalla de Actium, y se afirmaba que la figura ecuestre no era la de Octaviano, sino que representaba a Eutyches y su asno Nikon, a quien se encontró Octaviano en la mañana de la batalla de Actium. Octaviano se dirigió al hombre y le preguntó quién era, y el replicó, “Soy Eutyches, y este es mi asno Nikon”. Octaviano consideró este encuentro un presagio afortunado, y tras la batalla hizo que se erigiese una estatua de Eutyches y su asno en el lugar donde se habían encontrado. Esta identificación, de todos modos, no puede ser aceptada, puesto que Octaviano es representado con barba en esta moneda, la cual no llevó tras la batalla de Naulochus, en el año 36 a.C., cuando Sexto Pompeyo, el último de los pompeyanos fue expulsado de Sicilia. De todos modos, es posible que esta moneda no fuese acuñada hasta algo después del evento que conmemora, y fue probablemente acuñada en Lugdunum después de que Octaviano hubiese recibido el gobierno de la Galia Cisalpina. A pesar de que pueda no ser contemporánea, de todos modos muestra el evento que hemos mencionado.
Octaviano permaneció en Roma solamente un corto tiempo, lo justo para ver sus medidas llevadas a cabo, y dejando la ciudad bajo el cuidado de su colega Pedius, se dirigió al norte con el objetivo declarado de destruir a Décimo Bruto, quien bajo la lex Pedia era ahora un hombre condenado. Su propósito real, de todos modos, era llegar a un entendimiento con Marco Antonio. Pasaron comunicaciones entre ambos, y fue acordado que Marco Antonio aplastase a Décimo Bruto, y que Pedius se dirigiría al Senado para lograr que se derogasen los decretos que declaraban a Marco Antonio y Lépido “enemigos del Estado”. Los planes tuvieron éxito. Décimo Bruto, abandonado por sus tropas, intentó huir a Macedonia para reunirse con su hermano Marco, pero fue traicionado por el jefe galo Camillus, al que anteriormente había concedido numerosos favores, y por orden de Marco Antonio fue ejecutado. Marco Antonio entonces continuó su marcha como si pensase atacar a Octaviano. La intención real, de todos modos, por ambas partes era llegar a un acuerdo, y en noviembre del año 43 a.C., sobre una isla en un afluente del Po, entre Mutina y Bononia, los tres líderes, Marco Antonio, Lépido y Octaviano, se reunieron en conferencia. El resultado del conclave es relatado de este modo por Apiano (bell civ, iv.2,3): “Estuvieron reunidos en conferencia desde la mañana a la noche durante dos días, y llegaron a esta decisión: que Octaviano renunciaría a su consulado, y que Ventidius se haría cargo de él durante el resto del año; que una nueva magistratura para apaciguar las disensiones civiles sería creada por ley, la cual la ostentarían Lépido, Marco Antonio y Octaviano durante cinco años con poder consular con el título de triumviri, o tresviri, reipublicae constituendae (puesto que este título parecía preferible al de Dictador, quizá debido al decreto de Marco Antonio aboliendo la dictadura); que esos tres designarían al momento los magistrados anuales de la ciudad para los cinco años; que se haría una distribución de las provincias, dándole a Marco Antonio la totalidad de las Galias salvo la parte que bordea los Pirineos, la cual fue llamada Vieja Galia. Esta última, junto con Hispania, fue asignada a Lépido, mientras que Octaviano iba a tener África, Sardinia y Sicilia así como las otras islas vecinas”.
“De este modo fueron divididos los dominios de los romanos por el triunvirato entre ellos. La asignación de las partes más allá del Adriático fue pospuesta, puesto que aún estaban bajo el gobierno de Bruto y Casio, contra los cuales Marco Antonio y Octaviano iban a conducir una guerra. Lépido iba a ser Cónsul el año siguiente y a permanecer en Roma para hacer lo que fuese necesario allí, al tiempo que gobernaba Hispania mediante un representante”.
Mediante este acuerdo debe destacarse que no se hace mención de Italia, puesto que fue decidido que permanecería como terreno neutral al ser el centro de la libertad. Más lejos, Octaviano comenzó a socavar a Sexto Pompeyo, quien se había apoderado de Sicilia. El triunvirato iba a ser prácticamente una dictadura; sus “acta” iban a ser dictatoriales; iban a ser independientes del Senado, superiores a todos los magistrados, y a tener el derecho a proponer leyes en los comitia. Semejantes procedimientos no tenían paralelos en la historia, y los términos del acuerdo fueron recibidos con consternación en la capital; pero privados del ejército el Senado hubo de aceptar de nuevo.
Para conmemorar la formación del triunvirato, y sin duda para recalcar su importancia en las mentes del populacho, y más especialmente del ejército, Marco Antonio hizo que fuesen acuñadas en Lugdunum, la cual iba pronto a convertirse en la principal ciudad de la Galia Transalpina, unas series de monedas de oro, áureos, ostentando su retrato y los de sus colegas. Hubo dos acuñaciones separadas, una con su propio retrato y el de Lépido, y la otra también con su retrato y el de Octaviano. Esta circunstancia nos muestra que las monedas fueron emitidas bajo la autoridad de Marco Antonio, puesto que no hay especímenes que nos den una combinación de los retratos de Lépido y Octaviano. Sobre estas monedas a cada triunviro se le otorga su así llamado título oficial en una forma abreviada, esto es, III VIR R P C (Triunvir Reipublicae Constituendae). Los retratos no se puede decir que sean una obra de arte; pero ha de tenerse en cuenta la circunstancia de que las monedas fueron acuñadas en una provincia donde no se podían obtener abridores de cuños habilidosos. Más aún, tal y como ya ha sido mencionado, la ciudad de Lugdunum, donde las monedas fueron emitidas, era de reciente fundación, y en esa época debía cubrir un área limitada.
(Continuará…)
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Rosae »

Muchas gracias Alberto. Gran iniciativa, espero expectante la próxima entrega. :sisi:
Saludos, Rosae

آفة الكفار

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Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

(…y aquí continúa)
Es probable que dos puntos en conexión con este dinero local puedan parecer ser algo extraordinario: Uno es que podamos tener bajo una república amonedaciones emitidas por generales sin ningún sello oficial aparente; el otro punto que algunas de las monedas puedan ostentar retratos de un hombre vivo, un honor que generalmente es asociado con el poder supremo de la realeza. Interrumpiré en este punto mi narración para recapitular como se llegó a esto.
Primero de todo en referencia al derecho o al poder de emitir dichas monedas. Para explicar esto he de remontarme a los primeros días.
Unos pocos años después de que Roma hubiese instituido su moneda de plata en la capital, lo cual fue en el 246 a.C., estableció emisiones locales de moneda de los mismos metales, tipos y patrones de peso. Esto fue hecho para aliviar la presión sobre la ceca central, y también para proveer en el sitio a sus legiones con el suministro de monedas necesario para su paga. Era de la naturaleza de una emisión militar. Estas emisiones locales fueron de dos clases: Unas acuñadas en varias ciudades bajo la dominación romana, tales como Luceria, Beneventum, Canusium, Hatria, Vibo, Crotona, Capua, etc.; las otras acuñadas por monederos, los cuales bajo el control de la ceca central, llevaron a cabo sus tareas en los varios centros militares. Las cecas ciudadanas no duraron mucho, puesto que llegaron a su fin poco después de la Segunda Guerra Púnica, circa 200 a.C. Las amonedaciones de los monederos locales, por otro lado, continuaron hasta los primeros años del siglo primero a.C., cuando se les puso fin con la aprobación de la “lex Julia de civitate sociis et latinis danda” en el 90 a.C., y la “lex Plautia Papiria de civitate sociis danda” en el año siguiente, que garantizó los privilegios y derechos de la ciudadanía a todos los Estados Itálicos. Estas leyes tuvieron el efecto de suprimir todas las acuñaciones de moneda en Italia fuera de Roma. La política perseguida por Roma era la de consolidar su dominio y centralizar su control, y a fin de llevar a cabo esta política parecería que uno de sus primeros actos fue el de abolir todas las amonedaciones independientes a lo largo de Italia, y de ese modo poner fin a la acción separada e independiente.
Mientras continuaron estas emisiones locales el abastecimiento de dinero era suficiente para hacer frente al pago de los ejércitos que fueron estacionados en las provincias, pero cuando fueron abolidas la presión se hizo tan grande en la ceca central que el Senado se vio obligado a descubrir algún modo de aliviarla. Un modo de resolver las dificultades se encontró otorgando a los generales al mando de ejércitos con el poder o “imperium” de acuñar moneda. Esto lo podía hacer a su propio nombre, o podía delegar la autoridad en un oficial subordinado, como por ejemplo un legado, un cuestor, un procuestor, o alguna otra persona que ostentase un rango militar.
Este dinero provincial fue instituido simultáneamente en las tres divisiones principales del Imperio: Hispania, Galia y el Este, este último incluyendo Grecia y Asia Menor. En Hispania tenemos las acuñaciones del procónsul, C. Annius Luscus, Q. Caecilius Metellus Pius y Pompeyo el grande, todos los cuales mandaron durante las Guerras Sertorianas. En la Galia las únicas amonedaciones son las del imperator, C. Valerius Flaccus, y en el Este tenemos las de Sila (Sulla) y sus cuestores, Lucius y Aulus Manlius. Estas amonedaciones fueron instituidas simultáneamente en el año 82 a.C.
Al principio este derecho de acuñar moneda fue poco ejercido por los comandantes, y no fue hasta el estallido de la guerra civil entre Pompeyo y César que las emisiones provinciales se generalizaron. César fue el primero en revivirlas en la Galia en el 50 a.C., y su ejemplo fue rápidamente seguido por los líderes pompeyanos en Hispania y el Este; de ese modo tenemos una serie de monedas que conmemoran los principales eventos en las provincias desde el 49 a.C. hasta la muerte de Julio César. Los generales ahora consideraban el privilegio de acuñar moneda como un derecho obligado, y fue en virtud de esta autoridad que Marco Antonio comenzó a acuñar dinero para el pago de sus soldados tan pronto como llegó a la Galia tras su fracaso de Mutina. Su ejemplo fue seguido a lo largo y ancho de las provincias, Orientales y Occidentales, al menos hasta el momento del cierre del triunvirato, no solo por los propios triunviros y por sus propios generales, sino también por aquellos que se les oponían. Es esta circunstancia la que hace las amonedaciones del período del triunvirato tan interesante, puesto que ilustran muchos de los principales eventos de la época.
Ahora me referiré brevemente a la cuestión de los retratos.
El tipo de los anversos del denario, que era la unidad de la moneda de plata de Roma, era una cabeza, masculina o femenina. Al principio la cabeza representada era la de Roma tocada con casco alado. Este motivo permaneció sin cambios durante 150 años, y la primera brecha en esta continuidad se produjo en algunos denarios acuñados en torno al 100 a.C. por los cuestores L. Calpurnius Piso y Q. Servilius Caepio. El anverso de dichas monedas muestra la cabeza de Saturno y el reverso a ambos cuestores sentados. Esta fue una amonedación especial para financiar una distribución de grano; y como la fecha exacta de esto es conocida, podemos fijar este primer cambio del tipo de anverso en el año exacto de su suceso. A pesar de esta súbita intrusión la cabeza de Roma aún continuo como el tipo de anverso dominante, pero pronto, del mismo modo que el de reverso, tuvo que dar paso a cambios frecuentes, y nos encontramos con los bustos de varias divinidades: Pietas, Vulcano, Saturno, Marte, Juno, Minerva, Hércules y otros. Un poco más tarde, esto es, después del 80 a.C., algunos de los monederos miembros de familias patricias fueron un paso más allá, y ensalzaron la antigüedad de sus linajes incorporando retratos imaginarios de sus supuestos ancestros. Así a partir de ahora nos encontraremos con los bustos de Numa Pompilio y Ancus Marcius sobre monedas de la gens Marcia; de Rómulo sobre las monedas de los Memmii; y de Fontus, el hijo de Jano, en aquellas de la gens Fonteia. Los monederos pronto dejaron de sentirse satisfechos con buscar temas para las ilustraciones de períodos tan tempranos; y procedieron a representar a sus ancestros menos remotos, los cuales habían ganado gloria al servicio de su país. Como ejemplos deben ser mencionados los retratos de Cornelius Scipio Africanus el mayor, de Servius Sulpicius Rufus, famoso por su socorro a Tuscullum, y de M. Claudius Marcellus, el más ilustre de los Marcelli, quien fue Cónsul cinco veces. De fecha aún más reciente son los retratos de C. Coelius Caldus, Sila, C. Antius Restio, Q. Postumius Albinus, el cual es representado por sus hijos y nietos; pero entre todos estos tipos no se dio ningún retrato de una persona que estuviese viva en el momento de la emisión de la moneda. Son homenajes históricos y no tratan de ser retratos reales.
La santidad del anverso había sido secularizada de esta manera, y solo necesitaba un paso más allá para conjuntar los diseños de ambas caras, habiendo registrado por algún tiempo los tipos del reverso sucesos contemporáneos. Este paso fue completado en el 44 a.C., cuando el Senado ordenó que el retrato o la efigie de César fuera colocada sobre las monedas. César iba ahora a ocupar un lugar que hasta el momento había estado reservado para las divinidades o para los grandes héroes del pasado.
Como esta es la primera aparición del retrato de un personaje vivo y de uno que afectó tanto el destino futuro de Roma, deberé tratar un ejemplo entre muchos.
El anverso de la moneda, un denario, acuñado por el monedero L. Aemilius Buca, nos muestra la cabeza laureada de César, y sobre el reverso el caduceo, los fasces, y el orbe celestial son simbólicos del poder universal de César; y las manos unidas pueden mostrar los sentimientos cordiales y pacíficos entre él mismo y el pueblo de Roma. El orbe celestial puede también celebrar la reforma de César del calendario. El retrato tal y como nos lo muestra la moneda se corresponde estrechamente con la apariencia de César tal y como la describe Suetonio.
“Él era alto, de complexión hermosa, de piernas bien torneadas, algo relleno de cara, con ojos vivos y negros. Su calvicie le causaba gran desasosiego, habiéndose visto en ocasiones expuesto al ridículo por este motivo por sus enemigos, y por este motivo solía echarse el cabello desde la coronilla hacia delante. Y de todos los honores que le fueron conferidos por el Senado y el pueblo, ninguno fue usado más alegremente que el derecho de portar una corona perpetuamente”. El retrato de esta moneda claramente nos muestra el pelo peinado hacia delante desde la corona hasta la frente.
Cual pudiese ser la intención real del Senado al concederle este honor excepcional a César es un poco incierta. ¿Era una marca de realeza o divinidad, o de dictadura perpetua? Dión (xliv.4) al enumerar los honores que el Senado ha depositado sobre César los divide en tres grupos: en primer lugar, aquellos que le aseguraban a perpetuidad el poder militar, el título de Dictador, y los honores de un triunfo; en segundo lugar, aquellos que le conferían a perpetuidad el título de Censor de por vida y la inviolabilidad de su poder tribunicio; y en tercer lugar, aquellos que le investían con los símbolos externos de la realeza los cuales hasta ese momento no le habían sido concedidos a ningún ciudadano Romano. Como el derecho de colocar su efigie sobre las monedas fue incluido en el primer grupo de honores y no en el último, era un reconocimiento formal de la posición de César como el personaje principal del estado, no tanto en el sentido de Basileus como en el de “Imperator” y “Dictator”. Esto parece explicarse por sí mismo por el hecho de que pocos meses después de la muerte de César la cabeza velada de Marco Antonio en su papel de Augur fue colocada sobre las monedas. Se puede presumir que esto solo pudo hacerse bajo un decreto especial del Senado, el cual no pudo emitirse con la intención de concederle ninguna distinción real o divina, sino solamente para reseñar que él era capaz de llevar a cabo la guía de los asuntos públicos en un momento crítico. Pocas semanas después de recibir este honor Marco Antonio fue declarado enemigo de la república.
A partir de esto no es sorprendente, cuando consideramos el poder que los triunviros se habían arrogado a sí mismos, que Marco Antonio fuese un paso más allá y colocase su efigie y las de sus colegas sobre sus monedas. Este acto de todos modos no se limitó a aquellos que acometieron la labor de vengar al asesinado César, y quienes podían ser vistos en cierto modo como sus herederos políticos, sino que también se unieron aquellos del partido republicano que habían tramado directa o indirectamente su muerte. Entre estos se encontraban Sexto Pompeyo, Labieno, y el propio Bruto.
He pensado bien en decir unas pocas palabras sobre estas dos características especiales de las amonedaciones de este período puesto que así será mejor comprendido lo que tuvo lugar durante los siguientes años del triunvirato tanto en las provincias del Este coma las del Oeste. Ahora reasumiré mi relato de la naturaleza histórica de las monedas y sus tipologías.
Tras dividirse el gobierno del Estado Romano entre ellos el siguiente paso de los triunviros era acudir a Roma a fin de obtener un reconocimiento de sus poderes asumidos. Octaviano fue el primero en llegar, y fue rápidamente seguido por Lépido y Marco Antonio. Había que despejar el camino, y con ese propósito los triunviros determinaron destruir a sus enemigos, y si era posible expulsar al partido republicano. Roma fue ahora testigo de una repetición de todos los horrores de las masacres de Sila y Mario después de un intervalo de cincuenta años. Las proscripciones fueron comenzadas antes de que los triunviros entrasen en Roma, y de acuerdo a Apiano los nombres de no menos de trescientos senadores y cerca de dos mil caballeros fueron colocados en las listas; pero algunos escaparon y encontraron refugio con Sexto Pompeyo en Sicilia, con Bruto en Macedonia, y con Casio en Siria. Necesitamos no mortificarnos con estas terribles escenas con las que los nombres de algunos de los más ilustres ciudadanos romanos están asociados. Los triunviros no perdonaron a sus propios parientes: Lépido colocó a su hermano Paulo en la lista; Marco Antonio a su primo, Lucio César; y Octaviano concedió a Marco Antonio la inclusión de Cicerón. El Senado lo vio con horror, y los triunviros pronto se arrepintieron de su acción. No es necesario decir que no hay evidencia numismática de estos hechos.
“La primera tarea de los triunviros tras asegurar su poder en Roma fue la restauración de la unidad y la paz en el Imperio, la cual estaba amenazada por dos frentes; Bruto y Casio estaban alzados en armas en el Este y Sexto Pompeyo en el Oeste. La oposición de Bruto y Casio parecía ser la más formidable de las dos. Por tanto se decidió que Marco Antonio se dirigiría inmediatamente a Grecia; que a Octaviano se le encomendaría la tarea de aplastar a Pompeyo, y que cuando estuviera efectuada se reuniría con Marco Antonio; y que Lépido, que había sido elegido Cónsul para el año 42 a.C. permanecería en Roma.
(Continuará…)
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por MAXIMUS »

muchas gracias Alberto
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honorio-borja
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por honorio-borja »

Muchísimas gracias por darme unos minutos de interesantísima lectura. Lastima que mis conocimientos no me permitan aportaciones de este tipo.
Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

(…y aquí seguimos de nuevo)
Tras la derrota de su hermano Cnaeus en Munda en marzo del 45 a.C., Sexto Pompeyo se refugió en el norte de Hispania, donde por algún tiempo mantuvo una guerra de guerrillas contra los generales de César. A la muerte de este una reconciliación fue llevada a cabo con Lépido, quien era entonces gobernador de la totalidad de Hispania y de la Galia Narbonense, y fue acordado que Pompeyo recibiría su herencia patrimonial. A propuesta de Cicerón, Pompeyo fue nombrado por el Senado Comandante de las fuerzas navales de la República. La primera parte del acuerdo nunca se llevó a cabo, puesto que Marco Antonio se había apoderado de las propiedades del padre de Pompeyo y rehusaba devolvérselas. Para evitar esta dificultad Sexto fue colocado bajo la proscripción de la “lex pedia”, y de este modo incluido entre los asesinos del Dictador, pese a que estaba en Hispania en ese momento. Refugiándose en su flota, Sexto Pompeyo navegó por algún tiempo saqueando las costas de Italia, e incrementando el número de sus seguidores con aquellos que habían sido proscritos, junto a una multitud de esclavos, pronto se halló lo bastante fuerte como para tomar posesión de Sicilia, a la cual convirtió en su cuartel general. Auxiliado por Quintus Cornificius, quien era gobernador de África, Sexto continuó sus ataques sobre las costas de Italia y sobre los barcos de grano, por lo que Roma se halló en riesgo de verse privada de todos sus suministros. La tarea de descoyuntar a Sexto Pompeyo le fue encomendada a Octaviano, pero el llevarla a cabo no iba a ser tan fácil como se había previsto. Para este propósito una flota de galeras fue equipada en los puertos de Ostia y Misenum, y a Q. Salvius Savidienus Rufus, a quien Octaviano había colocado al mando, se le ordenó enfrentarse a la flotilla que Sexto Pompeyo había reunido. Estos últimos eran ligeros, y se demostraron más manejables en los cambiantes estrechos de Mesina donde se encontraron las flotas, que los barcos más pesados que se habían traído contra ellos. Salvidienus se vio en consecuencia forzado a retirarse con la pérdida de la mayor parte de su flota, la cual incluía también sus transportes. Octaviano, quien había llegado al punto extremo de la península de Bruttium con un ejército para apoyar las operaciones navales, encontrando que sus medios de transporte habían sido destruídos, levantó su campamento, y con la excusa de que le habían encomendado el apoyo de Marco Antonio en el Este, dirigió su marcha a Brundisium.
El colapso del ataque de Octaviano llenó los corazones de los Pompeyanos de alegría. Proclamaron a Pompeyo “Imperator” por segunda vez, y lo honraron con el título de “hijo de Neptuno”. Para celebrar este éxito Pompeyo emitió algunas monedas en oro y plata, áureos y denarios. Sobre las monedas de oro colocó su propio retrato y los de su padre Pompeyo el grande y su hermano Cnaeus. Estas monedas son de un interés especial, puesto que nos proporcionan los únicos retratos identificados de Sexto y Cneo Pompeyo. El de Sexto es el más chocante. Muestra una gran cabeza redonda con ligeras entradas y un ceño prominente. El pelo es fino, suave aunque dispuesto en rizos, y la barba corta y rizada cubriendo la mejilla. Está en marcado contraste con el de su hermano con su cráneo de arcos altos, pelo a modo de peluca, nariz ligeramente aquilina, y barba escasa cubriendo solamente la parte inferior de la mejilla.
A juzgar por sus retratos los dos hermanos debían haber sido de caracteres muy diferentes; el uno rudo e inculto aunque resuelto y determinado; el otro débil y vacilante (nota del t: como ya he comentado este artículo fue publicado en 1.911, en aquel entonces había una pseudo ciencia que afirmaba que se podía saber el carácter de una persona midiendo su cráneo y facciones). Velleius Paterculus (lib. Ii. 73) de este modo nos describe el carácter de Sexto: “Era bastante inculto, bárbaro en su habla, enérgico en su acción, rápido con su mano, rápido de mente, convirtiéndose a imitación de su padre en sirviente de sus sirvientes y esclavo de sus propios esclavos”. El retrato de su padre es el que normalmente se encuentra en las acuñaciones de este período. No es muy chocante, y apenas da la impresión de ser tan gran soldado y tan dominante personalidad.
Las monedas de plata muestran en su anverso la cabeza de Sexto Pompeyo padre, y en el reverso él mismo caracterizado como Neptuno, una alusión al título que le concedieron de “hijo de Neptuno”, sosteniendo en su mano derecha un aplustre, es decir, el ornamento que decoraba la popa de un buque, y estante entre los hermanos cataneos, con sus padres a sus espaldas, “sudantes venerando pondere”. Estas figuras pueden también hacer referencia al título de “pius” que había asumido Sexto, o pueden mostrar que las monedas fueron acuñadas en Catania, copiando el tipo de las monedas autónomas de esa ciudad.
Ahora debemos cambiar nuestro escenario y ver que estaba pasando en el Este. Tras la muerte de César, Bruto y Casio permanecieron en Italia durante algunos meses; pero encontrando que el populacho bajo la influencia de Marco Antonio estaba asumiendo una actitud hostil por días, decidieron dirigirse a las provincias que les habían sido asignadas; Bruto a Macedonia, y Casio a Siria. Bruto primero llegó a Atenas, donde se enteró de que el Senado le había dado su provincia a Marco Antonio, quien a su vez se la cedió a su hermano Cayo Antonio. Sin demora Bruto reclutó un ejército, en su mayor parte veteranos de las tropas de Pompeyo el grande, y marchó en el interior de Macedonia. Desde allí se dirigió a Illiricum, donde incrementó sus tropas y se enfrentó A Cayo Antonio, quien, viéndose incapaz de marchar en paralelo a la línea de costa, había tomado posiciones en Apolonia. Aquí fue donde Cayo fue sitiado por Bruto, quien pronto le forzó a rendirse. Fue guardado prisionero durante un breve tiempo, pero fue ejecutado principalmente por instigación de Hortensius para vengar el asesinato de Cicerón. Bruto ahora se dirigió a Tracia, y atacó a las tribus a fin de obtener dinero para él mismo y botín para sus hombres. Que tuvo éxito lo vemos en las pruebas numismáticas. Tras esa expedición Bruto cruzó a Asia Menor a fin de reunirse con Casio, y para continuar con sus actos de pillaje en otros distritos.
Estos sucesos de Grecia, de los cuales solo tenemos escasos registros documentales, están bien ilustrados por las monedas.
La primera moneda, un denario, de estas series es la emitida por Cayo Antonio a su llegada a Illiricum. Sobre el anverso se nos muestra una cabeza masculina ataviada con un sombrero de ala ancha (kausía), es cual es emblemático de Macedonia, tal y como se muestra frecuentemente en las monedas autónomas de ese distrito, y sobre el reverso los emblemas pontificios, una mención a la elección de Cayo Antonio para el colegio de pontífices. Al colocar esta cabeza en sus monedas se hace evidente que Cayo Antonio anticipaba su gobierno de Macedonia, el cual no estaba destinado a ejercer. Las monedas acuñadas por Bruto son numerosas y variadas en su tipología. En este punto estoy obligado a seleccionar tan solo tres de las más importantes como ilustración. Inmediatamente tras la captura de Apolonia, Bruto acuñó denarios que mostraban en anverso la cabeza de Libertas y en el reverso una lira entre un plectrum y una rama de laurel. El anverso ilustra los principios democráticos de Bruto, y está en concordancia con el espíritu del discurso que les dirigió a sus soldados en vísperas de la batalla de Philippos, cuando exhortó a sus soldados a tener enfrente de sus ojos, “la libertad, la república y la destrucción de la tiranía y el despotismo”. El tipo de reverso de la lira con el plectrum es una copia de las monedas de plata autónomas de Apolonia; por lo que no existen dudas del lugar de acuñación de estas monedas.
De su incursión en Tracia hay un homenaje en forma de algunos áureos de rudo diseño y tosca factura. Muestran en el anverso al cónsul Lucius Junius Brutus caminando entre dos lictores con la leyenda KOSON en griego y un monograma BR por Brutus, y sobre el reverso un águila sosteniendo una láurea en su garra y explayada sobre un cetro. El anverso se refiere a la expulsión de los reyes de Roma por el ancestro de Bruto, y el reverso es probablemente emblemático de la dominación de Roma en la provincia bajo su administración, y su determinación de rechazar cualquier intento de establecer el despotismo en el Estado. La leyenda “KOSON” aún requiere una explicación satisfactoria. Ha sido sugerido que es el nombre de un príncipe Tracio, quien había sido asesinado por sus propios súbditos, y cuya viuda, Polemocracia, temiendo ver a su hijo compartir un destino similar, se lo llevó a Bruto y solicitó su protección. Al mismo tiempo ella puso a su disposición los tesoros de su marido, entre los que había una insospechada cantidad de oro y plata en pasta, de las cuales fueron acuñadas estas monedas. Puesto que el nombre del marido de Polemocratia era Sadala y no Koson, ha sido también sugerido que estas monedas fueron acuñadas en Cossea en Tracia. Fue también en esta época cuando Bruto hizo que se emitiese una de las piezas más interesantes de esta época. Sobre el anverso está su propio retrato, descubierto y con una barba rala, y alrededor la leyenda BRVT. IMP. (Brutus Imperator), L. PLAET. CEST. (L. Plaetorius Cestus); y sobre el reverso el gorro de la Libertad entre dos dagas con la leyenda EID. MAR. (Eidibus Martiis). Apenas es necesario mencionar que el tipo de reverso se refiere al asesinato de César. En la víspera de la primera batalla de Philippos, Bruto, dirigiéndose a Casio le dijo: “En los Idus de Marzo consagré mi vida a mi país, y desde entonces he vivido en libertad y gloria”. Dión (xlvii. 25) hace mención especial a esta moneda, puesto que tras rememorar las victorias de Bruto en Tracia y Macedonia, añade: “Estos fueron los éxitos de Bruto; más adelante, acuñó monedas sobre las que representó un pileus y dos dagas para mostrar con este diseño y también mediante la inscripción que el había liberado su país junto con Casio”. Estas son tan solo tres ilustraciones de más de una docena de monedas acuñadas por Bruto o sus generales en Macedonia.
(Continuará…)
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MAXIMUS
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por MAXIMUS »

tengo ganas de verlo ilustrado
ánimo Alberto
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salvi
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por salvi »

Ilustrado y en pdf es para chincheta.

Gracias
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Ricardo
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Ricardo »

Qué bueno.

Gracias!
Un saludo

Ricardo
Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

(…y seguimos continuando)
Ahora debo llevaros al interior de Asia y seguiremos brevemente el progreso de Casio. A su llegada allí recibió el apoyo del procónsul Lucius Trebonius, y habiendo, como Bruto, incrementado su ejército gracias a los restos de las legiones de Pompeyo, atacó a Dolabella, quien se había refugiado en Laodicea. La ciudad se entregó a Casio, y Dolabella, a fin de no caer en manos de sus enemigos ordenó a uno de sus soldados que lo matase. Casio ahora se propuso marchar sobre Cleopatra en Egipto, pero la formación del triunvirato y la llegada de Bruto le hicieron cambiar de idea. Los dos líderes se reunieron en Esmirna. Bruto estaba ansioso por regresar al momento a Macedonia; pero Casio pensó que era mejor acabar con todos sus enemigos en Asia, recoger tanto botín como fuese posible, y con sus fuerzas unidas enfrentarse a los triunviros en Grecia. Habiéndose decidido por este curso de acción Bruto se dirigió a Licia y Casio contra Rodas. Después de una severa acción naval Casio logró la posesión de la isla mediante la traición, ejecutó a cierto número de los líderes de sus habitantes, y los saqueó tan inmisericordemente que el botín obtenido se dijo que había ascendido a 8500 talentos. Bruto fue igualmente exitoso en Licia. Primero atacó Xanthus, que se rindió tras una severa lucha. Esto fue seguido por la captura de las ciudades de Patera y Andriace, el puerto de mar de los Myreanos, quienes pronto tuvieron que entregar su capital. Cargados con el botín los dos generales se reunieron en Sardes, donde fueron aclamados “imperatores” por sus tropas. Aquí tuvieron algunas serias divergencias, y estuvieron a punto de llegar a una ruptura abierta; pero el peligro común con el que eran amenazados produjo una reconciliación, y uniendo sus fuerzas se dirigieron a Grecia al encuentro de los ejércitos de Marco Antonio y Octaviano. Fue en Philippos donde se decidió su suerte. En el primer encuentro el ejército de Casio fue repelido, y en su desesperación este se suicidó. En la segunda batalla Bruto compartió la misma mala fortuna, y pereció del mismo modo.
Como en el caso de la campaña en Macedonia, los homenajes numismáticos de las campañas de Siria y Lycia son numerosos. Debemos de nuevo limitar nuestra selección. Las monedas que conmemoran la derrota de la flota de Rodas y la subsiguiente captura de la isla, deben ser clasificadas entre las piezas más interesantes de la época. Las hay de oro y plata. Sobre el anverso de un áureo está la cabeza de Libertas con el nombre de Casio. Este diseño es simbólico de las ideas políticas del comandante. Sobre el reverso aparece un aplustre, con las ramas terminadas en rosas, una apropiada alusión a la isla de Rosas, cuyo símbolo especial era la rosa en su máximo esplendor. Hay también denarios con los mismos tipos. Pero el interés de estas monedas es sobrepasado por otras que muestran en su reverso un cangrejo sujetando un aplustre en sus pinzas; y debajo una diadema real flácida y una rosa. Estas monedas que están llenas de detalles, fueron acuñadas por un legado de Casio, Marcus Servillius. El aplustre, como hemos visto, simboliza una victoria naval. El cangrejo es el símbolo de Cos, y es un símbolo bien conocido de esa isla. Fue dentro de las aguas territoriales de Cos donde se encontraron las flotas de Roma y Rodas, y el cangrejo en consecuencia es representado sosteniendo en sus pinzas el destino de los contendientes, y el derecho de garantizar la victoria. La diadema flácida recalca la circunstancia de que cuando Casio entró en la ciudad de Rodas tras su victoria, los aterrorizados habitantes de saludaron con el título de Rey y Señor; pero fueron ásperamente replicados diciéndoles que él no era ni su rey ni su señor, sino alguien que había castigado y asesinado a uno, refiriéndose a César (Plutarco, Brutus,30). El encuentro de Bruto y Casio es conmemorado por otro áureo acuñado por el mismo legado Servillius. Estos también muestran la cabeza de Libertas en el anverso; pero en el reverso muestra un trofeo militar compuesto de coraza, un casco con cresta, un escudo y dos espadas. Puesto que estas monedas ostentan solamente el nombre de Bruto y no el de Casio, es evidente que fueron acuñadas para su distribución especialmente entre las tropas del primero. Otras monedas de oro y plata emitidas por los dos generales, o a su nombre por sus cuestores, tienen como tipo de reverso un trípode recordando los sacrificios a Apolo, los cuales ofreció Casio a esa divinidad tras su expedición contra Rodas, e instrumentos sacrificales relacionados con el oficio sacerdotal ostentado por Bruto. De las batallas de Filipos no tenemos testimonios numismáticos directos. Esto debe ser achacado a la circunstancia de que pese a que Marco Antonio ostentaba el mando supremo no deseaba ensalzar sus hazañas en menoscabo de las de su colega Octaviano.
El efecto de estas victorias fue la reunificación de las partes orientales y occidentales del Imperio, las cuales precisaban una nueva distribución de las áreas de influencia de los triunviros. No se hizo una redivisión general de las provincias, salvo que Marco Antonio iba a retener las Galias y a recibir además África y Octaviano Hispania y Numidia. Lépido, que aún era cónsul, había caído bajo las sospechas de sus colegas, puesto que se le suponía haber mantenido correos traicioneros con Sexto Pompeyo. Había, de todos modos, acuerdo en que si era capaz de despejar estas sospechas, Marco Antonio le daría África. Los auténticos gobernantes del Imperio eran Marco Antonio y Octaviano, el primero tomando a su cargo la administración de las provincias orientales, mientras que el segundo supervisaría las occidentales. La fuerza de las circunstancias obligó a que este acuerdo continuase durante los siguientes diez años. Para fortalecer aún más las manos de estos dos triunviros, Lucio Antonio, el hermano de Marco Antonio, fue nombrado cónsul para el año siguiente, el 41 a.C. Para conmemorar este acuerdo Marco Antonio ordenó que se acuñasen unas series de monedas de oro y plata mostrando su retrato y los de Octaviano y su hermano Lucio Antonio; el de Marco Antonio, como en la anterior ocasión, colocado en el anverso. Dado que no aparece el retrato de Lépido tenemos una potente prueba numismática de la exclusión en la que había caído.
La tarea de acuñar estas monedas fue delegada a tres de los cuestores de Marco Antonio, Marcus Barbatius Philippus, Marcus Cocceius Nerva y Lucius Gellius Publicola. Estas monedas fueron probablemente acuñadas en Atenas, a donde fue Marco Antonio tras la batalla de Filippos. De esta época, salvo una excepción que mencionaremos, todas las monedas que ostentan el nombre de Marco Antonio fueron acuñadas en el Este mientras que las de Octaviano lo fueron en el Oeste.
En cumplimiento de este acuerdo Marco Antonio acudió a Asia Menor para aplastar al resto de la facción republicana, y para recaudar dinero suficiente para pagar las recompensas prometidas a sus veteranos. Su visita al Este es conmemorada por unos denarios con su retrato en el anverso, y la cabeza radiada del sol en el reverso. Octaviano vino hacia Occidente, donde encontró que el control real de todos los asuntos era ejercido por Fulvia, la esposa de Marco Antonio, contra la cual Lépido había sido impotente. La primera tarea de Octaviano en Roma fue la distribución de lotes de tierra a sus veteranos: una tarea que Lucio Antonio quería compartir con él. Octaviano no daría su consentimiento a esta propuesta. Espoleado por Fulvia, Lucio tomó partido por aquellos que habían sido desalojados o eran amenazados con desalojarlos de sus tierras. Esta acción hizo a Octaviano impopular, especialmente porque algunas de las tierras del Senado fueron confiscadas. Pronto se hizo inevitable un enfrentamiento abierto, y fue apoyado por algunas de las tropas de Octaviano en la capital, quien ordenó que el acuerdo entre él y Marco Antonio sería leído, jurándose a continuación su confirmación, y fijando un día en el que él, Fulvia y Lucio Antonio aparecerían ante ellos en los Gabii. Llegado el día marcado Octaviano se presentó, pero Fulvia y Lucio Antonio abandonaron Roma dirigiéndose a la Galia Cisalpina. Octaviano no vaciló más, y reuniendo su ejército, marchó en su persecución, alcanzando a los refugiados en Perusia, donde buscaron refugio. La ciudad fue asediada al momento, y el bloque duró todo el invierno hasta marzo del año siguiente, el 40 a.C., cuando Lucio fue obligado por hambre a rendirse, recibiendo de su exitoso oponente términos para la rendición más favorables de los que había esperado. Apiano (Ell. Civ., v. 42-48) nos ha dado un interesante relato del encuentro de los dos generales: ambos se comportaron como caballeros romanos, dirigiéndose cada uno al otro en el más amable lenguaje, y con total ausencia de recriminaciones. Durante el asedio de Perusia, Lucio Antonio acuñó algunas monedas de plata y oro. Puesto que Marco Antonio era el gobernante nominal de la Galia Cisalpina, Lucio acuñó las monedas a nombre de su hermano, colocando en el anverso su retrato y la leyenda, M. ANTONIVS IMP. III VIR R.P.C. (Marcus Antonius, Imperator, triunvir reipublicae constituendae), y en el reverso una figura de Pietas sosteniendo un pebetero encendido y una cornucopia con la leyenda PIETAS COS. El tipo del reverso y la leyenda eran un auténtico rompecabezas, puesto que Marco Antonio no era cónsul en aquellos momentos: por lo que la leyenda no podía referirse a él. Se refiere, de todos modos a Lucius, quien había adoptado el título o cognomen “Pietas” justo antes del asedio de Perusia, a fin de recalcar su celo fraterno. Estas monedas fueron, por tanto, acuñadas por Lucio Antonio para el pago de sus soldados. Su diseño y factura bastante rudos indican claramente que no podían haber sido acuñados en Roma, y por esa razón fueron asignadas a la Galia Cisalpina.
(Continuará…)
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VacceoHelmantica
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por VacceoHelmantica »

Muchas gracias Alberto por tu esfuerzo.

Saludos.
Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

(Vamos a darle otro achuchón…)
Entre estos hay denarios acuñados por P.Ventidius Bassus, quien era un general de Marco Antonio, y a quien le había sido ordenado acudir desde la Galia Transalpina para romper el asedio de Perusia. Debido, de todos modos, a disensiones entre los generales del ejército de socorro no se llevó a cabo ninguna acción decidida, y la ciudad fue abandonada a su suerte. El comandante en jefe Ventidius no tuvo reparos de todos modos en acuñar algunas monedas sobre las que colocó el retrato de Marco Antonio y una figura de Júpiter. La intención del motivo de reverso no ha sido satisfactoriamente explicado. Diversas opiniones se han dado sobre las fechas en que dichos denarios fueron acuñados por Ventidius. Lenormant y otros, entre quienes se encuentra Cavedoni y Babelon, eran de la opinión de que fueron acuñados después de la victoria de Ventidius sobre los Partos en Gindarus en el 39 a.C., y Borghesi los ha situado después de julio del año 38 a.C. Cuando Marco Antonio tomó el mando en Siria, o sea, en algún momento durante el otoño de ese año. La gran similitud de estilo y fabricación entre estas monedas y aquellas acuñadas por Lucio Antonio durante el sitio de Perusia muestra que las dos emisiones pertenecen a la misma fecha y a la misma localidad de acuñación. Hay otros puntos de similitud, véase en las inscripciones y el retrato de Marco Antonio. Si estas monedas hubiesen sido fabricadas en Oriente tanto en el 39 como en el 38 a.C. serían de muy diferente factura, siendo dichas piezas por regla general de mayor relieve.
Tras el sitio de Perusia Octaviano dedicó su atención a la reorganización de las provincias gálicas, pero no permaneció mucho en dicho distrito, y ya estaba de vuelta en Roma antes del otoño, puesto que temía una coalición entre Marco Antonio y Sexto Pompeyo, siendo el primero azuzado por Fulvia, quien había marchado a Atenas tras la caída de Perusia. Pese a lo corta que fue la estancia de Octaviano en las Galias, tenemos considerables series de monedas ostentando su retrato, pero sus tipos no son de gran interés histórico. Ellas, no obstante, establecen el hecho de su presencia. Algunas de ellas fueron acuñadas por Octaviano en su nombre únicamente con su retrato en anverso y una estatua ecuestre en el reverso, acompañada por la leyenda POPVL. IVSSV. Denotando que se trata de una de las erigidas por orden del Senado. Otras tienen su cabeza y la de Julio César, mientras que una tercera serie fue acuñada en su nombre por Lucius Cornelius Balbo, a quien Octaviano había nombrado propretor en las Galias, y por Q. Salvius Salvidenus Rufus, quien después de su desastre en Sicilia fue nombrado gobernador de la Galia Narbonensis, y en el 40 a.C. era “cónsul designatus”, una circunstancia reseñada en sus monedas, y que fija el momento real de su emisión.
Marco Antonio estaba en Asia cuando se enteró de la caída de Perusia, pero acudiendo a Atenas se encontró con Fulvia, quien le trajo muna oferta de apoyo de Sexto Pompeyo contra Octaviano. Fueron abiertas negociaciones con Sexto Pompeyo, y Marco Antonio marchó para Italia, hizo algunos desembarcos en la costa, e incluso amenazó a Brundisium con un bloqueo. Otra guerra civil parecía inminente, cuando los amigos de los triunviros se plantaron y una reconciliación fue efectuada. Se sostuvo una conferencia en la que Asinius Pollio representó a Marco Antonio, Mecenas a Octaviano, mientras que Cocceius Nerva asistió como amigo de ambas partes. Los dos triunviros se abrazaron, y se acordó una nueva división del Imperio. Una línea imaginaria fue trazada a través de Scodra (Scutari) en la costa Adriática. Todo al oeste desde esa línea hasta el océano iba a estar bajo el mando de Octaviano, salvo África, que estaba nominalmente en manos de Lépido; todo Oriente era para Marco Antonio. Esto era prácticamente una confirmación de los arreglos efectuados tras las batallas de Filippos. A fin de dar efecto a este pacto Marco Antonio se casó con Octavia, la hermana de Octaviano, habiendo fallecido Fulvia recientemente en Sycion. Para conmemorar estos eventos Octaviano acuñó en las Galias monedas con su retrato y el de Marco Antonio; y este último devolvió el cumplido emitiendo piezas similares en Atenas.
El Senado ahora tomó nota oficial de la posición de los triunviros y colocó sus retratos en algunas de las monedas emitidas por la ceca de Roma; pero fue solo un cumplido por obligación, desde el momento en que estas monedas también ostentan el nombre de los monederos, y sobre algunas de ellas los tipos del reverso se refieren a la historia de los propios monederos. La pieza más remarcable en conexión con estos eventos es la moneda de oro acuñada por Marco Antonio para conmemorar su matrimonio con Octavia. Muestra en el anverso la cabeza de Marco Antonio, y sobre el reverso un retrato femenino, pero sin ninguna leyenda. A consecuencia de la ausencia de cualquier inscripción el retrato femenino ha sido a veces identificado con el de Fulvia; pero como precisamente es similar a aquellos que aparecen sobre monedas más tardías acuñadas en el 39 a.C., debe de ser de Octavia. Si fuese de Fulvia debería de haber sido acuñado a principios del 40 a.C.; pero cuando se reunión con Marco Antonio en Atenas tras el sitio de Perusia, este la recibió de forma desairada, censurándola severamente por haber causado la ruptura entre su hermano Lucio y Octaviano. Fue debido a la pena por este tratamiento recibido por lo que cayó enferma y murió en Sicyon durante su viaje de vuelta a Italia.
Los sucesos del nuevo año, el 39 a.C., fueron aún más importantes, puesto que fueron testigos de un acuerdo concluido en Misenum, con Sexto Pompeyo, de quien se acordó su participación en el gobierno, recibiendo las provincias de Sicilia, Cerdeña, Corcega y Achaia, la promesa del consulado, y la devolución de su patrimonio. Hay monedas (quinarios) que parecen referirse indirectamente a este acuerdo. Fueron acuñados por Marco Antonio, y tienen por tipo de anverso la cabeza de Concordia, y de reverso dos manos derechas estrechadas. Tras este pacto Sexto regresó a Sicilia, Marco Antonio y Octavia a Atenas, y Octaviano a las Galias, donde el desorden en los asuntos públicos reclamaba su presencia. Este fue el comienzo de una administración separada del Este y el Oeste, y los diferentes principios con que esto fue llevado a cabo contribuyeron en gran medida a la ruptura general entre los dos triunviros. Los dos hombres gobernaron con diferentes principios. Marco Antonio siguió la política ociosa de colocar reyes clientes, los cuales le quitarían de las manos el problema de gobernar, le pagarían tributos, y reconocerían su supremacía. En Octaviano, por otro lado, recayó la tarea de preservar el orden, y de establecer el gobierno romano en los países vecinos; pero, sobre todo, él estaba decidido a evitar que Sexto Pompeyo volviese a interrumpir el comercio y el suministro de grano de Italia.
Tan pronto como Marco Antonio alcanzó Atenas comenzó a reclutar fuerzas para llevar a cabo la guerra contra los Partos, que había comenzado el año anterior. Esta guerra no la dirigió él personalmente, pero se la confió a su capaz general Ventidius, a quien ya nos encontramos durante el asedio de Perusia. Ventidius tuvo éxito. En la primera campaña del 40 al 39 a.C., evitó la unión de los Partos bajo Farnapates y las tropas de Labienus, un renegado romano, que se había pasado al enemigo y había invadido Siria y capturó Antioquía. Labienus fue obligado a huir a Cilicia, donde poco después fue capturado y ejecutado. Farnapates fue derrotado, y cayó en combate. La campaña fue retomada al año siguiente; pero los Partos fueron de nuevo derrotados por Ventidius en Cirrestica, y en esta ocasión su rey Pacorus fue capturado. Por estas victorias Ventidius más tarde recibió la gratificación de un triunfo; pero al mismo tiempo sus servicios no fueron reconocidos, puesto que los honores fueron decretados por el Senado a Marco Antonio debido a su rango superior y de acuerdo con la ley, puesto que él era el que estaba virtualmente al mando (Dión, xlix. 21).
Hay algunas interesantes conmemoraciones numismáticas de las campañas Partas. Las primeras que han de ser mencionadas son las monedas de oro y plata acuñadas por Labienus. Por sus éxitos en Siria no solamente asumió el título de “Imperator”, sino que añadió a su nombre patricio el de “pathicus”, por lo que sus coetáneos lo despreciaron, y Dión (xlviii. 26) recalca que Labienus había tomado la costumbre de los comandantes romanos, quienes tomaban dichos títulos de los nombres de los pueblos a quienes habían conquistado; pero él, por el contrario, había asumido el suyo procedente de la nación victoriosa. En el anverso se muestra el retrato de Labieno con barba, y sobre el reverso un caballo con silla y bocado del que cuelga una bolsa (probablemente un carcaj). El caballo hacía referencia a la caballería ligera por la que Partia era tan famosa, y que tan a menudo se había demostrado desastrosa para las legiones romanas. La figura del caballo no está grabada sin maña. Su cabeza pequeña, cuello bastante delgado, patas cortas, y largo rabo eran probablemente realistas. Está en marcado contraste con las representaciones de caballos que nos encontramos en esta época sobre las monedas de la república. Aún más interesante es el hecho de que tenemos un retrato del propio Labieno.
Otra moneda es un áureo de Marco Antonio, que conmemora la primera victoria de Ventidius sobre los Partos, esa en la que Farnapates pereció. Sobre el anverso tenemos una imagen de cuerpo entero de Marco Antonio sosteniendo una lanza y una espada corta, su pie izquierdo descansando sobre una proa, y sobre el reverso un león caminando y sosteniendo una espada corta en su zarpa; encima una estrella. Marco Antonio es representado aquí como comandante en jefe, no solamente de las legiones que sirven en Oriente, sino también de la marina, y sobre el reverso el León debe de ser simbólico de la dominación de Roma; la estrella indica el oriente, donde sucedieron los hechos. De esta remarcable moneda solo ha sido conocido un ejemplar. Originalmente se hallaba en la Colección de París, pero desapareció durante el gran robo de 1.831. Desde entonces ningún otro ejemplar ha salido a la luz. Afortunadamente Morelli ha dado una ilustración de la moneda, que es reproducida aquí. El dibujo de todos modos no es a escala, siendo más grande que la pieza original, y existen ciertas dudas sobre la exactitud de las leyendas. Otra moneda, que se refiere a la segunda campaña de Ventidius, nos muestra en el anverso a Marco Antonio ataviado como augur sosteniendo el lituus, y sobre el reverso la cabeza radiada del sol, también emblemática del Este. Aún hay otras conmemoraciones importantes, pero debo pasar adelante con otras piezas más importantes.

(Bueno, creo que por esta noche ya vale, mañana más…)
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Atilio
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Atilio »

Muchas gracias por tu trabajo y aportación Alberto, soy consciente del gran trabajo y esfuerzo que te supondrá la elaboración del mismo.
Animo y adelante. Un saludo.
Alberto Cervera Romero
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Re: AMONEDACIONES DE LOS TRIUNVIROS DE H A GRUEBER

Mensaje por Alberto Cervera Romero »

(Volvemos a la carga…)
Debemos regresar ahora a Italia, donde los problemas pronto surgen con Sexto Pompeyo, quien se quejó de que Marco Antonio no había llevado a cabo su parte del acuerdo de Misenum; primero porque no le había traspasado su patrimonio, y en segundo lugar porque él aún retenía Achaia. Una vez más reanudó los saqueos sobre las costas italianas y la interceptación de barcos de grano. Octaviano ahora se decidió a libar a Italia de esta amenaza permanente. Acantonó sus tropas en Brundisium y Puteoli, e invitó a Marco Antonio a apoyarle. Este último acudió al momento, pero debido a que Octaviano no mantuvo el ofrecimiento regresó a Grecia. Octaviano a partir de este momento asumió la tarea solo. Ordenó que se equipasen sus buques en los puertos de Ostia y Rávena, transportó sus tropas desde Illiricum, y se hizo a la vela en demanda de Tarento. Las flotas hostiles se encontraron en la bahía de Cumae, y los pompeyanos ganaron una considerable ventaja. Esta fue seguida por otra batalla naval en los estrechos de Mesina, que aún redujo más las fuerzas de Octaviano. Este enfrentamiento fue seguido por dos terribles tormentas que los pompeyanos fueron capaces de evitar, pero que prácticamente aniquilaron la flota de sus enemigos. Llevado a la desesperación Octaviano decidió relevar a sus generales, y por tanto hizo venir a Agrippa desde las Galias, donde este último había tenido encuentros con considerable éxito. Octaviano también mando a Mecenas con Marco Antonio para pedirle que tomase parte en la guerra. Marco Antonio se hizo a la vela inmediatamente para Tarento, pero mientras tanto Octaviano había cambiado de opinión y declinó reunirse con él. Cuando parecía inminente una ruptura abierta entre los triunviros se efectuó una reconciliación gracias a la habilidosa mediación de Octavia. Los triunviros se reunieron, y la gravedad de la situación le obligó a dejar a un lado su desconfianza mutua. Fue acordado a continuación que Marco Antonio le aportaría 120 buques a Octaviano, quien a cambio le proveería con 20.000 legionarios para llevar a cabo la guerra contra los Partos. También fue acordado que el triunvirato se renovaría por otros cinco años. Armado con estos buques adicionales, Octaviano renovó sus ataques, pero al principio con poco éxito. Al final los ejércitos contendientes se enfrentaron el uno al otro sobre la costa cercana a la ciudad de Naulochus, donde las flotas lucharon en el horizonte. La batalla fue luchada fieramente por ambas partes, pero al final la flota mandada por Agripa venció, y Pompeyo fue obligado a abandonar su posición, dejando Sicilia, y tomando refugio en el Este.
De nuevo hay tantos registros numismáticos de esta guerra final contra la facción pompeyana que resulta difícil hacer una selección para su ilustración.
De Sexto Pompeyo hay monedas de plata que conmemoran sus éxitos al comienzo de la campaña. Una de estas tiene en su anverso la cabeza de Neptuno, una referencia al título de Sexto de “hijo de Neptuno”, y sobre el reverso un trofeo naval con representaciones de la cabeza de los monstruos marinos Caribdis y Scilla.
Otra moneda, también un denario, nos ofrece una representación del “pharos”, o faro, de Mesina coronado por una figura de Neptuno, y bajo él un buque adornado con un acero beligerante, un tridente, y un puente con bandera, y sobre el reverso Scilla blandiendo un timón con ambas manos, su cuerpo acabado en dos colas de pez y los cuartos delanteros de tres perros. Los tipos de estas monedas claramente muestran que relatan la derrota de Octaviano a la altura del promontorio de Scilla, y la destrucción de su flota por las tormentas. La representación de Scila concuerda con la descripción dada de ella por los escritores de la antigüedad. De acuerdo a la versión homérica (Od., xii.85f.) ella era un terrible monstruo, que aullaba como un perro, con doce pies, seis largos cuellos, y sobre cada uno de ellos una horrorosa cabeza, cada una de las cuales con tres hileras de dientes delgados y muy apretados, con los que devoraba aquellos a quienes había atrapado de las profundidades o de barcos. Otras tradiciones la describen como un monstruo con seis cabezas de diferentes animales, o con solamente tres cabezas; pero la figura híbrida que aparece sobre la moneda está más en consonancia con la tradición de que originalmente era una bella doncella que fue deseada por el dios marino Glauco, pero que debido a los celos fue metamorfoseada por Circe de tal modo que la parte superior de su cuerpo siguió siendo de mujer, mientras que la parte inferior fue cambiada en una cola de pez o serpiente rodeada de perros. El “pharos” es el que aún permanece a la entrada del puerto de Mesina, opuesto a la roca fatal Scila, y que servía como advertencia a los marinos para evitar a Caribdis. De Marco Antonio tenemos un denario con su retrato en el anverso y un trofeo mixto naval y militar en el reverso, tenemos unas series de monedas de bronce más remarcables de varios tipos y denominaciones consistentes en el Sestercio o pieza de cuatro ases, el “Tressis” o pieza de tres ases, el Dupondio o doble As, el As, el Semis y el Sextante. Cada denominación se distingue por unos tipos de anverso y reversos diferentes, y por su respectiva marca de valor. Deberemos limitar nuestra ilustración a las tres piezas principales, el Sestercio, el Tressis y el Dupondio. Sobre el primero aparecen los retratos de Marco Antonio y Octavia; y sobre el reverso están representados caracterizados como Poseidon y Anfitrita estantes en una cuadriga tirada por hipocampos; debajo, la marca de valor está representada por el numeral griego delta (4 ases).
Sobre la segunda pieza, el tressis, tenemos en anverso los retratos conjuntos de Marco Antonio y Octaviano frente al de Octavia, y sobre el reverso tres galeras, y debajo el numeral griego gamma mostrando que el valor legal de la moneda era de tres ases.
Sobre la tercera pieza, el dupondio, el tipo de anverso muestra los retratos de Marco Antonio y Octavia cara a cara; y el reverso dos galeras y el numeral griego beta (dos ases).
Estas monedas fueron acuñadas por tres de los comandantes navales de Marco Antonio, L. Calpurnius Bibulus, L. Sempronius Atratinus y M. Oppius Capito, quienes, debe ser bien asumido, debieron tomar parte en la guerra siciliana. Las monedas representadas aquí son todas de Bibulus. Los otros dos usaron precisamente los mismos tipos. La inclusión del retrato de Octaviano es una conmemoración de la reconciliación de los dos triunviros en Brundisium, y el de Octavia es un tributo por el papel que jugó en llevar a cabo esta reconciliación. Numerosas preguntas se han elevado sobre la época o el lugar donde fueron acuñadas, pero esos son puntos que no podemos discutir bien aquí puesto que implican entrar en detalles intrincados. El hecho más importante en relación con estas monedas es que parecen haber servido como la base del dinero de bronce que fue instituido en Roma unos pocos años más tarde (circa 15 a.C.), y que permaneció inalterado durante dos siglos.
(Hoy os vais a tener que conformar con menos, me voy al sobre que estoy cansado…)
Imagen"Navigare Necesse est, Vivere Non Est Necesse"
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