- Reverso: Diana en biga también a dcha. con creciente; mosca bajo los caballos. En el exergo “ROMA” en tablilla.
- Ceca: Roma (por la tabilla del exergo) pero Grueber lo lleva a una ceca indeterminada de Italia. (Ignoramos su razonamiento)
- Referencias: Grueber 376. Crawford 159-2. Seaby 22 b. Calicó 55. F.F.C.80. Sydenham 322.
- Algunas connotaciones: con un denario de la “gens” Juventía (T. Juventius Thalna) según Babelón. (Crawford 161.1)
- Acuñador: desconocido. La mayoría de los estudiosos numismáticos nos informan de que su autor no ha llegado a ser descubierto y solo Grueber se atreve a darnos una teoría, al identificar el símbolo “mosca” con algún miembro de la “gens” familiar Sempronia cuyo “cognomen” era “Musca” y que puede traducirse por tal.
… Esta asignación no es descabellada, toda vez que sigue la evolución lógica en la identificación de los sujetos monetales en la antigua república romana. La justificación está en el hecho de que en tiempos más cercanos a nosotros, estos moneteros solían usar su “tria nómina” en las propias monedas para identificarse. Alejándonos en el tiempo, vemos que tan solo usaban el “dua nómina” y alejándonos aún más solo el “cognomen”. La cuestión termina por complicarse cuando para identificar a estos personajes, es la simbología la que sustituye al nombre, como en este caso: una mosca. Pero analicemos más detenidamente el asunto en el caso que nos ocupa.
… El ”Musca” de Grueber es tan solo un género dentro de la clasificación científica de los animales dípteros, pero el término general de identificación de esa familia es el de “Muscidae”.
… Vamos por tanto a seguir analizandolo, porque lo mismo que Grueber pensó en el “cognomen” del género “Musca”, nosotros pensamos en el “nomen” más amplio y familiar de Muscidae. Ello nos lleva inmediata y linguisticamente a “Mussidiae” que en el campo numismático romano nos es bastante más familiar. Con esta afirmación no nos salimos de la bilateral interpretación de “mosca”, pues aunque “mussidiae” tiene una mayor amplitud y parece taxonómicamente más relacionado con las polillas, no dejan de ser animales dípteros de la misma superfamilia. Cerremos por tanto esta discusión y abramos otra no menos interesante.
… Todo el mundo afirma que la “gens” de los “Mussidius” (Muscidius) solo es conocida a través de la numismática tardorepublicana o Augustea, con acuñaciones incluso aureas, pero no es cierto. Los Mussidios son conocidos epigráficamente desde mucho antes, incluso desde el S. III y II a. J.C. Nos basta con leer los estudios de Adela Barreda sobre las ánforas tipo Pascual I de la Tarraconense, y en particular los espacios dedicados a la “gens Mussidia” para encontrar varios “mussidius” en sus distintas variantes en los epígrafes de los sellos de esas ánforas. (También en algunas de tipo Dressel 7.13).
… El término generalizado “Mussidius” lo tenemos también documentado en cipos funerarios y dedicacionales, repartido incluso geográficamente, pues aparte de Sulmona, de la que ya hablaremos, se localiza en lugares como Hostia, Pompeya, nuestra Tarraco y otros más en Francia y Alemania.
… Estamos tratando el término generalizado “Mussidius” o “Muscidius” pero a través de toda esta epigrafía que mencionamos, podemos encontrar también: Mussi, Mussid, Mussidi, Musesa, Mussedia… y alguno más.
… Nos dice esta doctora que los Mussidio procedían de la región centro-italiana de Peligna, muy próxima a Roma, y más concretamente de la localidad de Sulmona, donde se han encontrado las ánforas vinarias más antiguas con la inscripción en osco en la variante del dialecto peligno. (Pueblo de Asia Menor asentado en esa zona desde el S.XII a. J.C.). Sulmona, de donde por cierto era también natural el morboso y erótico Ovidio, fue medio destruida por Anibal allá por el año 211 a. J.C., durante la 2ª Guerra Púnica, y es aquí donde vamos ya -para no alargar demasiado el tema- a conjeturar un poco, no mucho, pues no sería extraño que ante el cerco de Anibal a Sulmona (volvamos a recordar el año: 211 a.C) algunos de sus ciudadanos, entre los que se encontraban los potentados “Mussidio” y toda su “gens”, se refugiaran en la cercana Roma y, aunque pasado el peligro, alguno decidiera quedarse en la “capital”. Muy razonable vemos, porque está probado, que uno o algunos de estos potentes comerciantes pelignos se integrara en la “política nacional romana” y una generación después alguno hiciera en la gran urbe cierto “cursus honorum” y fuera designado “Vir Monetalis”, que aunque es la categoría más baja de la élite magistral romana, pertenece ya a la “casta”. Los “quattuorvir auro publico feriendo” en monedas de Lépido, César y Antonio, así como el “ordo senatorius” y los proconsulados ya con Augusto, tardarían aún algunas generaciones más en llegar para los provincianos pelignos de los Mussidius, que atravesaban el mundo transportando sus ánforas vinarias de fabricación propia.
… La doctora a la que estamos siguiendo termina afirmando, y aquí lo hemos probado, que no están en la verdad los que afirman que la gens Mussidia solo es conocida en el advenimiento del imperio romano. Los numismáticos, incluso los más reconocidos a nivel mundial, nunca leyeron a esta doctora.
… Tal vez, los estudiosos de la moneda de cobre-bronce en cuya simbología viene representada una mosca, puedan también aportar algo más a lo aquí dicho, o contradecirlo. Yo ya no quiero alargarme más, pero con estas simples y resumidas explicaciones o evidencias, que por supuesto no evitan la discusión, podemos afirmar que los Mussidio-Muscidae, acuñadores cesarianos y augusteos no salieron de la nada, como afirman la mayoría de los actuales numismáticos, sino que tuvieran ya unos antecedentes en la acuñación de monedas que engranaran con “El Denario de La Mosca”.